El Blackberry es un celular con múltiples funciones, que ha sido sumamente útil para todo tipo de personas; sin embargo, el teléfono ha traído efectos contraproducentes, es por ello que se han hecho investigaciones, entre las cuales cabe destacar este artículo: ¿de qué manera el teléfono celular, en este caso el Blackberry, afecta la vida social de las personas?
La tecnología afecta la manera en que la gente piensa, interactúa y toma decisiones desde que el Homo erectus dominó el fuego y, por primera vez, tuvo una manera de evitar que se pudrieran los restos de mamut. Pero los efectos cognitivos y sociales del BlackBerry en sus 21 millones de usuarios no son tan inequívocamente benéficos. Así que mientras legiones de admiradores del smartphone aplauden la exitosa obstinación de Barack Obama en conservar el suyo, los expertos en psicología cognitiva que estudian los pop-ups, las alertas de correo electrónico, los recordatorios de eventos y la mensajería instantánea —las tecnologías más intrusivas previas al BlackBerry— tienen dos cosas que decir: producen sobrecarga de distracciones y atención parcial continua. Más allá de las virtudes de un dispositivo manual, no hay duda de que, dependiendo de cómo se los use, uno se arriesga a no enfocarse exclusivamente en cualquier pensamiento o percepción por mucho tiempo, y nunca será capaz de trabajar del todo en una cosa por vez.
Eso está bien para tareas que uno puede manejar con la mitad de sus lóbulos cerebrales atados a su espalda. Aunque resulta ser menos bueno cuando la tarea es observar las señales mientras se opera un tren. Cuán dañina es una interrupción depende de cuando ocurra. Si usted responde la llamada del BlackBerry durante pausas, es más probable que sea capaz de aceptar el correo electrónico y luego reanudar lo que hacía sin ese confusión mental de “¿dónde estaba?”. Sin embargo, en algunas tareas que exigen mayor concentración tal vez no haya pausas naturales. Los pilotos que son interrumpidos durante una revisión previa al vuelo a veces omiten un objeto cuando tratan de retomar lo que hacían, señala la psicóloga Deborah Boehm-Davis, de la Universidad George Mason, quien estudia las interrupciones. El accidente aéreo de Madrid, que produjo 153 muertes en agosto del 2008, aparentemente fue el resultado de un error inducido por una interrupción.
No hay buenos estudios sobre la frecuencia con que los usuarios de BlackBerry permiten ser interrumpidos por su llamada seductora, pero la investigación sobre otras interrupciones electrónicas no es alentadora. Gloria Mark, profesora de informática en la Universidad de California, Irvine, vigiló a empleados de dos firmas de alta tecnología y descubrió que el trabajador promedio pasa sólo 11 minutos en cualquier proyecto antes de ser interrumpido y que se le pida hacer algo más. Los informáticos la pasan peor: cambian su atención cada tres minutos, en promedio. El BlackBerry es mucho más seductor que, digamos, las alertas de correo electrónico. Y por su creciente status social y cultural, puede hacer del gerente más intrascendente alguien tan importante como un CEO que siempre debe estar conectado; o le da al empleado más raso la ilusión de que su aporte es tan central que debe estar disponible cuando come o en sus vacaciones.
Las interrupciones cuasi irresistibles son inevitables para quienes empiezan a usar el BlackBerry. El senador Thad Cochran, como casi todo político del Capitolio, tuvo un BlackBerry después del 11/9, por motivos de seguridad. Pero lo devolvió: “Siempre estaba distraído”, dijo Cochran. “No podía concentrarme. Cada vez que su luz se encendía, sentía la compulsión de dejar todo”. Cochran dice que, durante las sesiones, casi todos están “siempre revisando mensajes” o tecleando.
La sobrecarga de interrupciones también puede afectar las funciones cognitivas, empezando por la toma de decisiones. La gente se toma alrededor de 15 minutos para reanudar de manera productiva una tarea exigente cuando son interrumpidos incluso por algo tan inocuo como una alerta de correo electrónico, según descubrieron científicos de Microsoft Research y la Universidad de Illinois en un estudio de 2007. El senador Robert Menendez, de Nueva Jersey, fue visto el año pasado tecleando en su BlackBerry mientras presidía un debate en el Senado estadounidense. “Me ayuda a seguir todos los temas”, dice. Pero lo apaga durante las reuniones cruciales, reconociendo que afecta su concentración.
Las interrupciones también pueden influir en los procesos cerebrales que clasifican señales entrantes. La información aterriza primero en la memoria a corto plazo, pero si se queda, a la larga debe ser codificada. “Verse forzado a desviar la atención por los mensajes”, concluyeron científicos de Finlandia en un estudio realizado en 2004, “puede ocasionar pérdida de memoria” y “disminuir la precisión de la memoria”.
Un BlackBerry puede tener efectos perjudiciales incluso cuando los usuarios lo encienden mientras hacen “nada”, un estado mental que en realidad es propicio para la creatividad, la comprensión y la resolución de problemas. Las ideas novedosas surgen cuando el cerebro une hechos y pensamientos no relacionados. Así, fantasear o pensar en algo más permite que hechos e ideas remotos se combinen de maneras novedosas, y produzcan, digamos, el iTunes. Si la inactividad mental se ocupa con la actividad del BlackBerry, los ¡hurra! serán menos.
Teresa Amabile, de la Escuela de Negocios de Harvard, estudió a 238 personas trabajando en proyectos que requerían de soluciones creativas, y descubrió que la atención fragmentada también dificultaba la creatividad. Sin embargo, la presión de tiempo estimulaba la creatividad, porque la adrenalina puede impulsar los procesos mentales. Los ingenieros de la NASA que idearon una solución de cinta adhesiva y saliva para la crisis del Apolo 13 en 1970 enfrentaron una presión de tiempo aplastante: los tres astronautas morirían si la NASA no hallaba una manera de filtrar el dióxido de carbono en el aire, reconfigurando el uso de energía y poniendo a la nave espacial en una nueva trayectoria de regreso en cuestión de días. Pero no tenían distracciones, estaban aislados y su atención estaba enfocada a un tema concreto.
Debido al daño causado por la sobrecarga de interrupciones y la atención parcial continua, podemos inferir dos cosas respecto de la gente que usa su BlackBerry mientras sostiene una conversación, sopesa decisiones, intenta resolver un problema o trata de hacer una labor creativa sin, según afirman, efectos negativos. Posibilidad uno: mienten. Posibilidad dos: su trabajo no es tan difícil.
Obama se va a salvar de las peores consecuencias de la atención parcial continua y de la sobrecarga de interrupciones por la sencilla razón de que aceptó restringir su hábito del BlackBerry: lo va a usar principalmente para mantenerse en contacto con su familia, sus amigos cercanos y sus asesores. Aun cuando la Casa Blanca se negó a decir cuándo y dónde usará su BlackBerry o incluso si lo va a llevar consigo, las fuentes dicen que estará apagado durante las reuniones. Varios legisladores que se encontraron con él dicen que no lo vieron con el dispositivo, “y eso que lo observé con atención”, dice un senador republicano.
Los fans del BlackBerry que aplaudieron la victoria de Obama sobre quienes se lo querían quitar, asumen que el líder del mundo libre va a estar protegido de los efectos cognitivos dañinos que puede tener en los simples mortales. Roger McNamee, director administrativo de Elevation Partners, una firma de capital de riesgo en Silicon Valley, no sentía más que desdén por la sugerencia de que un BlackBerry pudiera presentar problemas en la Casa Blanca. “Uno apaga las notificaciones —eso es lo que hacen todos— y no te molesta para nada”, dijo a Daniel Lyons de newsweek.
No obstante, en el caso de Obama, es difícil ver cómo él pueda estar en peligro de quedar desconectado de la gente y la información que necesita para su trabajo. “No lo usa para recibir cosas importantes. Quizá se mantenga en contacto con sus camaradas”, especula el diputado de Nueva York Anthony Weiner, otro adicto confeso al BlackBerry. “Estoy seguro de que él más bien lo miraría para saber cómo va un partido de béisbol. No estoy preocupado de que el Presidente se distraiga”.
Al menos Obama no debería preocuparse por el efecto perjudicial de las interrupciones de su BlackBerry. La tensión y, por lo tanto, el daño cognitivo provocado por el correo electrónico, los SMS e intrusiones similares están inversamente relacionados con la autoestima de una persona y cuánto control percibe sobre su ambiente laboral, como reportaron científicos de Escocia en 2006. Obama no mostró señales de baja autoestima. Los asistentes que controlan todo el tiempo los mensajes de texto y e-mails de sus jefes vía BlackBerry, aterrados de perder uno importante, tienen los mayores problemas para regresar a lo que hacían antes de que el BlackBerry vibrara, y sufren los peores lapsos cognitivos. Pero si usted es el hombre más poderoso del mundo, no hay apuro.
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Gracias
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